El Batallón de San Patricio fue una unidad militar compuesta de varios cientos de inmigrantes europeos que lucharon en el Ejército Mexicano en contra de la invasión de los Estados Unidos de Norteamerica en la llamada Guerra de Intervención Estadounidense de 1846 a 1848. Los efectivos del Batallón de San Patricio eran desertores del Ejército de los Estados Unidos. Formado principalmente por inmigrantes de origen irlandés y alemán, además de una minoría canadiense, inglesa, escosesa, polaca, italiana y algunos extranjeros residentes en México, la gran mayoría católicos. Tomaron el nombre del Santo Patrono de Irlanda.
Los "San Patricios" tienen un origen incierto, pues se sabe muy poco con certeza de su reclutamiento. Una historia popular relata que el núcleo de la unidad se formó como consecuencia de los severos castigos sufridos por los soldados católicos e inmigrantes (especialmente irlandeses) debido a la desconfianza que los mandos militares tenían en contra de ellos, ya que, por motivos religiosos, los consideraban más cercanos a Roma que a Washington, y por lo tanto, más afines a la causa de los mexicanos que en el fondo compartían la misma religión. Es sabido que el ejército de México reclutaba activamente estadounidenses católicos y ofrecían importantes concesiones de tierras a quienes abandonaran el ejército de Estados Unidos en favor a la causa mexicana.
El primer combate, de los San Patricios como unidad mexicana es en la Batalla de Monterrey (21 de septiembre de 1846), con una batería de artillería al mando de Jon Riley, anteriormente teniente del Ejército de Estados Unidos e inmigrante irlandés. Sirvieron con distinción y está acreditado que rechazaron con éxito dos diferentes asaltos al corazón de la ciudad. A pesar de su tenacidad y valor, y de que el General del ejército estadounidense, Zachary Taylor, estaba a punto de abandonar el ataque, el comandante mexicano Pedro Ampudia, desesperado, pidió parlamento, consumando la derrota.
Tras del reclutamiento en Monterrey, los "San Patricios" crecen en número, que algunos estiman en cerca de 800 hombres; aunque según los registros más fiables, no llegaron a constituir más de dos compañías reforzadas (300 hombres) con oficialidad mexicana. Pese a su extraordinario rendimiento como artilleros en varias batallas, especialmente en la defensa de Monterrey, donde defendieron exitosamente La Ciudadela, y en la Batalla de la Angostura (Buena Vista), en la que diezmaron un batallón atacante y capturaron dos cañones estadounidenses, acción por la que su comandante y varios oficiales recibieron la condecoración Cruz de Honor de la Angostura; se ordenó a los San Patricios convertirse en un batallón de infantería a mediados de 1847 por orden personal de Antonio López de Santa Anna.
Como unidad de infantería los "San Patricios" continuaron sirviendo con distinción; en la Batalla de Churubusco (20 de agosto de 1847), el Batallón de San Patricio junto las maltrechas fuerzas mexicanas se establecieron en el convento de Santa María de Churubusco, mientras las fuerzas armadas estadounidenses se prepararon para atacarlos. Aunque el convento no era más alto que sus alrededores, sus bardas de piedra constituían una buena defensa. Además, los estadounidenses tendrían que cruzar un río para llegar allá, lo cual daría tiempo al ejército mexicano para preparar a medias, defensas y trincheras y encarar otro enfrentamiento. Los defensores mexicanos sumaban 1.300 personas y pertenecían a los batallones Independencia, Bravos y San Patricio. La lucha fue constante y desfavorable para los mexicanos, esta vez bien mandados y motivados por los generales Manuel Rincón y Pedro María Anaya. Tras algunas horas de combate, las fuerzas mexicanas se quedaron sin municiones y una bomba provocó una explosión en la reserva de pólvora que los dejó sin posibilidades de seguir defendiéndose; a pesar de lo cual y una vez que se izó una bandera blanca en señal de rendición, el capitán del Batallón de San Patricio, Patrick Dalton, la abatió para seguir resistiendo, pero ya era inútil, el convento estaba tomado. Cuando el general Twiggs entró al patio del convento, exigiendo a los soldados mexicanos que entregaran las armas, la pólvora y el parque, el General Anaya se le enfrentó, diciendo: "Si hubiera parque, no estaría usted aquí.”
Los miembros del Batallón de San Patricio capturados por el ejército estadounidense sufrieron duras represalias; habían sido responsables de algunos de los más duros combates (y que causaron más bajas) a los que los estadounidenses se enfrentaron. Los que formaban parte del ejército estadounidense antes de la declaración de guerra oficial (el capitán Riley entre ellos) fueron azotados y marcados con hierro candente en la cara, con la letra "D" de desertores, y sentenciados a trabajos forzados. Los que entraron en el ejército mexicano tras la declaración de guerra, fueron ahorcados en masa como traidores, viendo de frente el sitio de la Batalla de Chapultepec el 13 de septiembre de 1847. Por orden del General Winfield Scott, fueron ejecutados precisamente en el momento en que la bandera de Estados Unidos reemplazó a la de México en lo alto de la ciudadela. Cuando la bandera alcanzó lo más alto del asta, se abrió la trampa del cadalso.
Los restos del batallón fueron comisionados para sofocar algunos levantamientos aislados después de firmada la paz con los EE.UU.
Los que sobrevivieron a la guerra desaparecieron de la historia. Unos pocos pudieron reclamar las tierras prometidas por el gobierno mexicano. Jon Riley murió a finales de agosto de 1850, y fue enterrado en Veracruz el 31 de agosto de ese año, con el nombre de Juan Reley, el mismo con el que se hallaba inscrito en los archivos del Ejército Mexicano. Ese mismo año el Ejército Mexicano tomó la decisión de disolver el Batallón.
Como homenaje, en la sala principal de la Cámara de Diputados de México, el nombre del Batallón de San Patricio está inscrito con letras de oro, a lado de muchos otros héroes mexicanos. Además, existe un monumento dedicados a ellos en la Plaza San Jacinto, en la colonis San Ángel de la Ciudad de México, en la que se dispuso una placa conmemorativa del Batallón de San Patricio. Esta placa lista los nombres de 71 miembros del batallón, 48 de los cuales eran irlandeses y 13 alemanes.
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