Suele creerse que los idiomas pueden diferenciarse por distintos grados de progreso y que las lenguas con cierto desarrollo son los idiomas propiamente dichos y los otros son tan sólo “dialectos”. Pero hay que tener en cuenta que esta afirmación es una falacia, no hay idiomas superiores, todos son sistemas lingüísticos definibles en los mismos términos, con la clasificación gramatical necesarios para una compleja escala de comunicación abstracta, alegórica, metafórica, a partir de un sistema fonológico particular. El náhuatl, por ejemplo, es un sistema lingüístico tan completo como el alemán; el maya es un sistema tan completo como el francés; el purépecha lo es como el o el español y el inglés lo son como el mazateco y el mixteco.
La variación dialectal es una cosa completamente diferente, es un concepto lingüístico que se aplica al uso regional de cualquier idioma. Las variaciones del francés son palpables en el léxico, la fonética y aun las sintaxis en Francia, Québec, Trinidad y Tobago, Senegal o en Mónaco. También son evidentes las diferenciaciones regionales de la lengua española en el léxico, la fonética y aun la sintaxis en Canarias, México, Cuba, Sudamérica o Centroamérica. Éstos son algunos de los dialectos del francés o del español y sólo en este sentido es posible hablar de “dialectos” en lingüística.
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