miércoles, 21 de agosto de 2013

Los códices mesoamericanos

El registro de los acontecimientos históricos y de las concepciones religiosas eran una parte fundamental para el sustento al poder de gobernantes, y al mismo tiempo legitimar los derechos territoriales de los pueblos mesoamericanos. Los códices forman parte de una gran tradición de sistema de registros mesoamericanos. Como éstos permitían guardar gran información en un pequeño espacio, se usaron para documentar actividades de las más diversas esferas de la vida del México prehispánico.

El sistema de registro que usaban los códices mesoamericanos precisaban de un complemento oral. Por este motivo, el arte de la memoria debió ser muy importante en la Mesoamérica antigua. Los maestros de las escuelas de los nobles enseñaban a los niños a interpretar los códices, pero también a memorizar sus historias.

Los códices se pintaban básicamente sobre dos tipos de materiales: la piel de venado y el papel de amate. Parece ser que el lienzo de piel de venado era el material preferido en la época prehispánica, mientras que el uso del papel amate predominó en la época colonial.  La pintura del códice no se realizaba directamente sobre el lienzo a utilizar; era necesario aplicar sobre la superficie una capa de estuco. Luego el tlacuilo (el encargado de dibujar los códices) procedía a realizar su trabajo sobre esa capa.

Entre los años 950 y 1150, surge en Cholula una tradición estilística e iconográfica conocida como Mixteca-Puebla. Las obras creadas en este estilo se caracterizan por su amplia gama cromática. en ella predominan los colores negro, café, ocre, amarillo, naranja, rojo y blanco. El estilo Mixteca-Puebla tuvo una gran difusión por toda Mesoamérica, donde los estilos y tradiciones locales coexistieron con las manifestaciones Mixteca-Puebla.

Los códices mesoamericanos conocidos, excepto los mayas, fueron pintados según las convenciones Mixteca-Puebla y, así, reflejan el estilo y la iconografía de esta tradición pictográfica. La figura de los códices están diseñadas para transmitir información de manera inequívoca. Al pintor no le preocupaba la verosimilitud de proporciones, posturas y anatomías, sino la claridad de las escenas.

Los principales acontecimientos históricos registrados por los códices mesoamericanos se vinculan con actos gubernamentales, en otras palabras, los soberanos son los protagonistas de esas historias. Aunque hace falta el relato oral que enriquecía las escenas, los códices conservados permiten conocer la gran importancia que los pueblos mesoamerianos asignaban a la conservación de sus tradiciones históricas.

Los códices mixtecos prehispánicos conforman un importante grupo de documentos cuya temática principal es la narración histórica y genealógica de los diversos linajes que gobernaron en el Posclásico. Los que sobrevivieron a la conquista española son los códices Bodley, Nuttall, Vindobonensis, Selden y Colombino-Becker. Cada uno de estos códices mixtecos comparten porciones significativas de la misma historia, biografía, genealogía, y asuntos rituales.

Los códices del "Grupo Borgia" de un conjunto de documentos que tienen en común el estilo y la temática. Cada uno posee un contenido calendárico ritual, el llamado tonalámatl, “almanaque de los destinos”, con el cual se realizaban predicciones favorables y desfavorables en función de combinaciones específicas de días, deidades y aves sagradas. Todos se encuentran en Europa. Quien los identificó como un grupo fue Eduard Seler, quien en 1887 inició el estudio e interpretación de su contenido, que aún hoy es base para las investigaciones modernas. Evidencias arqueológicas e iconográficas considerables indican que los códices del grupo Borgia fueron creados por confederaciones Tolteca-Chichimeca. Sus reinados fueron compuestos de varios y diferentes grupos étnicos pero los más influyentes fueron los nahuas del este de los estados mexicanos de Puebla y Tlaxcala.

Se conservan en la actualidad tres códices mayas de origen prehispánico: el Códice Dresden, el Códice París y el Códice Tro-Cortesiano. En los códices mayas aparecen algunas escenas pictográficas similares a las que vemos en los códices de la tradición Mixteca-Puebla, pero la mayor parte de su  se transmite por medio de su escritura.  Por sus materiales y técnicas de elaboración, los códices mayas eran similares a otros de Mesoamérica; su diferencia se limita al sistema de registro.

Desde los primeros días de la Conquista los españoles se dieron cuenta de que los códices indígenas podían serles de utilidad para administrar las nuevas tierras. Quienes destruyeron los códices indígenas acabaron aceptando y hasta promoviendo que se elaboraran nuevos manuscritos pictográficos para los fines de la administración colonial y para el conocimiento de las nuevas tierras. Desde los primeros años de la Conquista, la tarea de examinar las costumbres indígenas se convirtió en una iniciativa de los propios religiosos, quienes se sentían desarmados al no conocer las prácticas que se proponían erradicar. Una parte considerable del conocimiento de los códices pictográficos indígenas se debe a las investigaciones emprendidas por los frailes mendicantes.

Durante la Conquista, la mayor parte de los antiguos códices mesoamericanos fue destruida por los españoles. Varias bibliotecas se perdieron en la guerra de conquista y los frailes quemaron muchos códices para eliminar la idolatría. Ciertos códices fueron ocultados y salvados de la destrucción, lo cual permitió que se recordaran convenciones del arte pictórico y se realizaran copias.

Los pueblos nahuas produjeron una gran cantidad de códices históricos en la época colonial, copiando o recordando manuscritos anteriores a la Conquista. La mayor parte de estos documentos se elaboró para definir y legitimar la posición de los señoríos en la nueva situación colonial. Los relatos históricos nahuas, al igual que los otros pueblos de Mesoamérica, incluyen acontecimientos míticos referentes a los orígenes de los grupos y a las fundaciones de los pueblos.

Los libros fueron un instrumento fundamental en el cambio cultural producido en la Nueva España del siglo XVI, no sólo por sus textos, sino también por sus imágenes. Los pintores de códices del siglo XVI combinaban modelos de la antigua tradición mesoamericana con otros europeos, obtenidos en los libros impresos traídos por los españoles.