jueves, 25 de abril de 2013

Yuki-onna: La leyenda de la mujer de la nieve

Esta historia tiene su origen en el Japón antiguo, en una época donde la vida en el campo era difícil, más cuando se acercaba el invierno. Ganarse la vida era duro y recoger leña del bosque para venderla después era de las pocas opciones en la que se podía obtener lo necesario para subsistir. Precisamente éste era el trabajo de dos pobres aldeanos llamados Mosaku y Minokichi.

Mosaku era una persona de edad avanzada,  su piel estaba curtida por el paso del tiempo y el arduo trabajo. Por su parte, Minokichi, quien fungía como aprendiz del anciano, era un joven fuerte y vigoroso, quien aún no había cumplido los 19 años. Todos los días ambos de adentraban el bosque que se situaba cerca de su aldea para poder cortar la leña que necesitaban. Terminada su jornada de trabajo, regresaban a su villa con toda la leña recogida, volviéndose así una rutina.

Sin embargo, en una noche de invierno,cuando Mosaku y Minokichiu se disponían a regresar después de recolectar madera, una fuerte ventisca apareció, cubriendo de nieve el camino que siempre seguían. La tormenta acrecentó y el regreso a casa de ambos hombres era imposible. Al ver la difícil situación, empezaron a deambular por el oscuro bosque en busca de ayuda o refugio, sin tener éxito.  A pesar de la oscuridad de la noche y de la fuerte nevada, Minokichi pudo divisar a lo lejos una pequeña cabaña abandonada. A duras penas pudo arrastrar a su viejo maestro adentro de la cabaña, quien empezaba a desfallecer a causa del cansancio y de la hipotermia. Ya resguardados del frío, Mosaku y su joven aprendiz se dispusieron a pasar la noche, esperando el sol del nuevo día.

El cansancio los había vencido, quedándose completamente dormidos, pero su sueño no dudaría mucho. De repente una fuerte ráfaga de viento abrió de golpe la puerta de la cabaña. Minokichi despertó inmediatamente, y al ver hacia el lugar donde descansaba Mosaku, quedó impactado con lo que vio.  Era una mujer quien se encontraba inclinada enfrente del pobre anciano. Su cabello era largo y negro y llevaba un kimono tan blanco como la nieve. El pobre Minokichi estaba paralizado del miedo. Sólo rezaba para que aquella mujer no fuera un espíritu o una demonio. Pero cuando ella volteó a verlo, sus miedos se habían confirmado.

La tez de la mujer era blanca y pálida como sus ropas, sus ojos eran negros como la noche y cuando abrió la boca, Minokichi observó que no tenía dientes, ni lengua, sólo un vacío total. Minokichi, resignado, sólo esperaba el momento de su muerte. Fue entonces cuando la mujer le hablo con un tono dulce y cariñoso. Le había confesado que iba a sufrir el mismo destino de su viejo maestro, pero sintió lástima por él, ya que era muy joven y apuesto, así que le perdonaba la vida. Sin embargo, si llegaba el día en que por algún motivo revelaba lo que había acontecido en ese lugar, esa misma noche lo mataría sin dudarlo. El joven, aún consternado, prometió no decir nada. Después de haber dicho la amenaza, la mujer desapareció de la cabaña y con ella la ventisca cesó.

Días más tarde, Minokichi despertó en la cama de su casa. Familiares y amigos le preguntaron sobre lo sucedido en aquella trágica noche en la que murió Mosaku, pero Minokichi, recordando su promesa y la amenaza nunca dijo nada.

Transcurrió un año y Minokichi ya había retomado su trabajo de leñador. Un día, cuando regresaba del bosque, se encontró con una bella joven de largos cabellos negros, quien se dirigía hacia la provincia vecina en busca de trabajo. Minokichi, aprovechando de que estaba anocheciendo y del hecho de que aún faltaba mucho para que ella llegara a su destino, la invitó a hospedarse en su casa, junto a su familia. La joven, muy agradecida, aceptó el ofrecimiento. Minokichi la llevó hacia su aldea, donde fue muy bien recibida por sus familiares. Ella se presentó ante ellos con el nombre de Oyuki. La intención de la joven era esperar en la aldea de Minokichi a que pasara el invierno para seguir su camino, pero las cosas dieron un giro.

Oyuki y Minokichi se enamoraron rápidamente y no pasó mucho tiempo para que ambos se casaran. De su unión nacieron tres hermosos niños, y vivieron felices por muchos años. Minokichi era la envidia de todo el pueblo. No sólo tenia como esposa a una bella mujer, sino que también era una excelente madre y esposa ejemplar. Pero había algo raro en Oyuki que llamaba la atención, parecía que no envejecía con el pasar de los años. Sin embargo Minokichi no le daba importancia, ya que él era feliz.

Un día Minokichi decidió hacerle un regalo a su esposa, ya que se acercaba el festival del pueblo. Así que empezó a confeccionar un par de sandalias con unas cintas rojas para sujetar los pies. Curiosa, Oyuki preguntó el por qué del color de las cintas, pero Minokichi  sólo respondió que el rojo resaltaba el color de su piel. Ambos siguieron con sus tareas, Oyuki seguía cociendo los kimonos de sus hijos, mientras Minokichi entretejía las sandalias. Todo procedía en una hermosa tranquilidad, pero cuando volteó  a ver de reojo a su esposa, Minokichi visualizó a la mujer con la quien se encontró en aquella noche fatal, donde murió su maestro Mosaku, en otras palabras, a la "mujer de la nieve". El pobre hombre se puso algo nervioso.

Su mujer le preguntó sobre su extraño comportamiento, mientras él le contestaba que al verla entre las sombras le había recordado a alguien que conoció hacer algunos años. Mientras Oyuki escuchaba atentamente sin decir ni una sola palabra, Minokichi seguía contándole con detalle acerca de aquella misteriosa mujer y lo que aconteció después. Oyuki siguió callada, mientras Minokichi, entre risas, admitió que quizás todo lo que vivió aquella noche habría sido un sueño.

Oyuki se levantó y miro fijamente a los ojos de Minokichi. Ella le confesó que era aquella mujer, la "mujer de la nieve", y como rompió su promesa tendría que matarlo. Minokichi confundido y asustado no supo que hacer. Sin embargo la mujer no lo atacó por el profundo amor que había sentido por él, así que le perdonó de nuevo la vida. Antes de irse, la mujer le advirtió que ahora él tendría que cuidar solo a sus hijos, pero si llegaban a quejarse por algo, lo mataría sin dudarlo. Después de haber dicho esas palabras Oyuki desapareció sin dejar rastro. Nunca más fue vista de nuevo ni por sus hijos, ni por su esposo, quien se quedó lamentando su gran pérdida de por vida.

Se dice que la mujer de la nieve sigue rondando los bosques en invierno en busca de un nuevo prometido, esperando que esta vez este pueda cumplir con sus promesas y guardar secretos.







viernes, 19 de abril de 2013

La inmigración japonesa en México: Los Nikkei

A finales del Siglo XIX, Japón se encontraba en una severa crisis económica iniciada desde principios de la era Meiji. Para solventar un poco la situación, en entonces Ministro de Relaciones Exteriores, Enomoto Tekeaki, consideró el desplazamiento masivo de personas hacia el extranjero y así solucionar el exceso de población de un país tan pequeño. De este modo, se abrió el Departamento de Migración, mediante el cual se realizó el primer éxodo masivo a México en 1897.

De este modo, con la llegada de un contingente de 35 japoneses llamados "Colonia Enamoto" en la región del Soconusco en el Estado de Chiapas, México se convirtió en el primer país latinoamericano en albergar la migración japonesa. A partir de este momento, a México llegarían distintas oleadas migratorias, principalmente después de la Segunda Guerra Mundial.

Muchos de estos emigrantes japoneses que se establecieron en México prosperaron y dejaron descendencia. A estos japoneses llegados de ultramar y a su linaje son conocidos con el nombre de Nikkei. A pesar de que existen otros términos más específicos para nombrar a los emigrantes japoneses, como Nissei, que se refiere a los hijos de estos, o Hafu, para los que se reconocen como producto de un mestizaje, la palabra Nikkei es el término genérico que engloba todas estas acepciones.

Muchos Nikkei mexicanos han destacado destacado en diversos ámbitos profesionales. A continuación se presentan algunos ejemplos:

Jesús Kumate Rodríguez, hijo de un inmigrante japonés y una profesora sinaloense, es un destacado médico cirujano, que entre varias cargos prestigioso que ostentó, fue Secretario de Salud y presidente del Consejo Ejecutivo de la Organización Mundial de la Salud.

Noé Murayama, hijo de un médico japonés y na mexicana, fue un actor de cine y televisión. su trayectoria cuenta con más de 150 películas, siendo uno de los más prolíficos de México.

Luis Nishizawa Flores, de  padre japonés y madre mexicana, es un pintor mexicano que se ha convertido en uno de los más importantes exponentes del arte mexicano.

Ayako Hamada (Ayako Valentina Hamada Villareal) es una luchadora profesional de ascendencia mexicana y japonesa. Hija del famoso luchador, El Gran Hamada, nació y se crió en México. Ha ganado varios títulos notables dentro de la Lucha Libre.

lunes, 15 de abril de 2013

Armas míticas y legendarias


Los relatos de armas tan poderosas que sólo unos cuantos las pueden blandir, aparecen tanto en la mitología, como en la Historia. Dioses, héroes legendarios y personajes históricos son los escogidos, gracias al destino o a la divinidad, de portar orgullosamente esas armas.

Huitzilopochtli, uno de los principales deidades mexicas, empuñó un arma poderosa conocida como Xiuhcoatl, la serpiente de fuego. En Mesoamérica, esta serpiente de fuego es un ser mitológico complejo y de origen confuso, que tiene mayor presencia en el imaginario de los grupos nahuas del centro de México y entre los mixtecos de la zona oaxaqueña. Sin embargo, en el mito del nacimiento de Huitzilopochtli es representada como un arma. Según la leyenda, Huitzilopochtli nació de Coatlicue, quien quedó preñada al guardar en su vientre una bola de plumas. Al pensar que el embarazo fue por una deshonra, su hija Coyolxauhqui, instigó a sus 400 hermanos, los Centzon Huitznahuac a ejecutar a su madre como castigo. Sin embargo uno de ellos dio aviso a su madre de la conjura y en el momento del ataque, nació Huitzilopochtli, adulto y armado con la Xiuhcoatl, preparado para la batalla. Esta arma era tan poderosa que mató fácilmente a sus 400 hermanos y desmembrando a su hermana, la diosa Coyolxauhqui.

En la mitología japonesa existe un relato acerca de una espada legendaria, considerado hoy uno de los tres tesoros imperiales del Japón. Esta espada, conocida como Kusanagi, tiene su origen en la leyenda de Susanoo y la gran serpiente Yamata no Orochi. Cuando el dios Susanoo, derrotó y mató a la serpiente, terminando así su legado de terror, encontró dentro del cuerpo una gran espada, que posteriormente se la entregó a la diosa Amaterasu, para zanjar una vieja desuda. Generaciones después la espada fue entregada al legendario guerrero Yamato Takeru, por parte de su Tía  Yamato Hime, para proteger a su sobrino en tiempo de peligro. Precisamente esta espada le salvó la vida, cuando un señor de la guerra lo traicionó. El susodicho invitó al Yamato Takeru a una expedición de caza en campo abierto. Estando ahí, se prendió fuego al campo, atrapando al legendario guerreo. Desesperado blandió la espada Kusanagi para hacerse paso entre la hierba, pero al hacer, descubrió que la espada era capaz de controlar el viento a placer. Utilizando este poder, hizo crecer el fuego hacia el traidor, matándolo en el acto. La espada Kusanagi, junto con la joya Yasakani no Magatani y el espejo Yata no Kagami, son considerados los tres tesoros imperiales de japón, que representan el valor, la sabiduría y la benevolencia, respectivamente.

La mitología Nórdica, por su carácter bélico esta llena de armas legendarias de extraordinario poder. Odín, dios principal de los nórdicos tenía un arma poderosa, la lanza Gugnir. Esta lanza sacudía con viveza a cualquiera que era golpeado por ella. Fue creada por los hijos de Ivald y dada a Odín por Loki en compensación por el robo de la cabellera de Sif, esposa de Thor. La lanza simboliza la fuerza y el poder de Odín. Cuando Odín pone la lanza en manos de un guerrero, es que vela por él y dirige sus acciones de valor.

El hijo de Odín, Thor, también portaba una poderosa arma, el martillo Mjolnir. Era condiderada una de las armas más temidas de la mitología nórdicas. Era utilizado para derrotar a todos aquellos que desafiasen a los Æsir, los dioses supremos. Esta arma eran tan poderosa, que de un sólo golpe era capaz de estruir una montaña. También se decía que el rayo y el trueno era consecuencia del golpe del martillo.

En el Hinduismo, el dios Vishnú, posee un arma arma letal muy filosa, un disco giratorio llamado Sudarsaná Chakrá utilizada para decapitar demonios. Esta arma tiene 10 millones de rayos ordenados en dos filas. una hilera de puntas gira en sentido opuesto, para generar más esfuerzo de corte.

No sólo los dioses tenían armas poderosas, los héroes mitológicos también llegaron a usarlas. En la mitología nordica, Siegfried pudo matar al dragón Fafner con la ayuda de la espada Gram. Esta espada, quien perteneció originalmente a su padre, Sigmund, fue forjada por un herrero mágico. Sigmund logró sacarla de un tronco, donde Odín la había enterrado. Destruida una vez, Siegfried la forjó de nuevo la espada y con ella mató al dragón que custodiaba el tesoro de los nibelungos.

Quizás el arma mítica más conocida sea Excalibur, la espada legendaria del Rey Arturo. Se dice que esta espada fue forgada en Avalon, la isla de las hadas. Una de las versiones de la leyenda menciona que Arturo recibió esta espada en manos de una poderosa ninfa, conocida como la "Dama del lago", a petición de Merlín. Otra versión menciona que Arturo obtuvo esta espada después de sacarla de la roca donde Merlím la había incrustado. Esta extraordinaria arma era capaz de cortar el acero, además, la vaina donde era guardada, poseía la capacidad de protección sobre quien la portara, evitando así que sea dañado o herido.

También existen relatos sobre personajes históricos que blandieron armas legendarias. Roldán, paladín y sobrino de Carlomagno, recibió de éste la espada Durandarte cuando fue nombrado caballero a la edad de 17 años. Esta espada guardaba varias reliquias, en la que destacan un diente de San Pedro, sangre y cabello de San Basilio y el manto de Santa María. Se cuenta que Durandarte acompañó a Roldán hasta su muerte, en la batalla de Roncesvalles, el 15 de agosto de 788. La leyenda cuanta que tenia el poder de convertir en piedra todo aquello que la tocará con la hoja norte.

Según la leyenda, Atila, el conquistador huno, blandió un arma legendaria, conocida por los romanos como "La espada de Marte". Entregada a él por un campesino que la encontró en el campo. Atila consideró que dicha espada era un símbolo del dios de la guerra para que él pudiera conquistar el mundo. Atila utilizó la espada como símbolo de un favor divino, que le dio la oportunidad de ser el "Azote de Dios"