La Feria de las Flores, una de las festividades más importantes de San Ángel, se remonta a 1857, cuando el entonces presidente Ignacio Comofort emitió un decreto para institucionalizarla. Sin embargo esta colorida fiesta tiene sus antecedentes desde la época colonial, cuando los frailes carmelitas descalzos, quienes se instalaron en San Ángel, instauraron la celebración de las fiestas de la Virgen del Carmen.
Aprovechando el profundo simbolismo que tenían las flores en el mundo prehispánico, los carmelitas establecieron una fiesta donde las flores serían las protagonistas, quienes deleitarían con su belleza a toda la población de San Ángel. La feria de las flores llegó a tener un importante grado de importancia que presidentes como Porfirio Díaz, llegaron a participar en ella.
En los primeros años del siglo XX, San Ángel era descrito como un paraíso, donde sus fincas y haciendas eran considerados como verdaderos palacios, rodeados de hermosos y exuberantes jardines y artísticos enrejados.
En esos tiempos, la Feria de las Flores y la celebración a la Virgen del Carmen se celebraban simultáneamente. El acto inaugural era presidido por distinguidas señoritas de la población. Aunque estos festejos comenzaban a mediados de julio, podían durar hasta todo el mes. En estas fiestas concurrían todas las clases sociales.
En el día de la Virgen del Carmen, asistían desde temprano hasta la noche, una numerosa concurrencia a las funciones solemnes de la iglesia. En el atrio bailaban y tocaban danzantes, concheros que bailaban al son de música autóctona, mariachis y al amanecer se entonaban las tradicionales mañanitas para honrar a la virgen. En el portar del ayuntamiento tocaban diversos grupos musicales que amenizaban el ambiente. En las calles aledañas se establecían puestos de golosinas, pan de de feria hechos de aguamiel, juegos de azar, peleas de gallos y corridas de toros. Se podían disfrutar también de tamales, elotes, tacos, cacahuates, aguas frescas y tepache.
Habían funciones acrobáticas gratuitas, juegos como cucañas, también conocido como “palo ensebado”, además de fuegos artificiales, toros de cohetes y castillos. También se podía disfrutar de cabalgatas ruidosas, juegos de lotería, tianguis y una gran variedad de frutas, panes y diversos objetos. Es a partir de la inauguración del tranvía de San Ángel que aumentó considerablemente el número de visitantes a la feria. Todos los puestos eran adornados con flores, las cuales eran atendidas por las familias de la localidad.
La clase más acomodada realizaba su kermesse, donde se organizaban varios bailes en donde toda etiqueta se perdía. En la plaza San Jacinto se ponían puestos de confeti, cervezas, pasteles y sándwich, té japonés, refrescos y helados, tamales y tabaco, además de tómbolas y rifas zoológicas. En esta romería se designaban premios a las jóvenes más bellas de San Ángel. La presentación de las candidatas a reinas se hacía con un baile que se llevaba a cabo en la Casa de los Delfines, ubicado en la calle de Lascano. Se organizaba desfiles de carros alegóricos adornados con bellas flores, y poetas recitaban públicamente versos alusivos a las flores, mientras bandas de música tocaban vals románticos.
La parte principal de los festejos de la Feria de las Flores la componía el certamen de flores, plantas tropicales, frutas de la estación y objetos de jardinería. Los floricultores y hortelanos más habilidosos de la zona y sus alrededores acudían a disputarse los premios.
El certamen se dividía en tres grupos: la primera era la exposición de plantas, en el cual se tomaba en cuenta el número de lote, su rareza, su cultivo y la manera artística de su instalación. La segunda era la exposición de flores más variadas, en las que se presentaban en forma de ramilletes, vasos canastillas y todo género de ornamentación artística. La tercera era la exposición de frutas en la que tomaba en cuenta su diversidad, calidad, desarrollo, rareza, y la forma agraciada en la preparación de cada lote. Sanshiro Matsumoto, un habilidoso jardinero japonés e impulsor de las jardinerías Matsumoto, e hijo del prestigiado jardinero Tatsugoro Matsumoto quien trabajó para presidentes como Porfirio Díaz y Álvaro Obregón, fue un prominente vecino de San Ángel que frecuentemente destacaba en estos certámenes, siendo también un importante impulsor y promotor de la Feria de las Flores. Al finalizar la festividad, la reina de la feria entregaba el premio conferido al mejor expositor. Sin importar la clases social, todos se vestían con sus mejores galas para asistir a la Feria de las flores.
Floricultores y artesanos de diferentes partes del país llegaban a vender sus productos. Prácticamente cada rincón de la feria estaba decorada con numeras flores. Todos los días habían eventos para el disfrute de la población. Los juegos mecánicos y la exposición de flores era lo que más se disfrutaba.
FUENTES
Ciudad de México. Crónica de sus delegaciones, primera edición, México, Secretaría de Educación del D.F., 2007
La Feria de las Flores, 160 años coloreando San Ángel, primera edición, México, Miguel Ángel Purrúa/Delegación Álvaro Obregón., 2017
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