martes, 13 de julio de 2010

Enrique Metinides: La Cruda realidad de la Ciudad de México

Durante casi toda la segunda mitad del siglo XX, el fotógrafo mexicano de origen griego Enrique Metinidez llevó un registro concienzudo de los acontecimientos de la nota roja en la Ciudad de México.

Jaralambos Enrique Metinidez Tsironides nació en el seno de una familia formada por migrantes griegos en una colonia popular de la Ciudad de México. Desde niño sintió la afición por la fotografía, así fue como un periodista de La Prensa lo descubrió retratando un automóvil que se había estampado por la Avenida San Cosme cuando apenas tenia 12 años de edad. Acostumbrado a los cuerpos cercenados por los accidentes que ocurrían muy seguidos por la zona donde vivía y de los automóviles destrozados, empezó a crear su propia colección fotográfica de los accidentes ocurridos en su barrio como un registro personal. Al observar el reportero estas colecciones, le recomendó al niño que llevara sus fotos a la sede del periódico donde trabajaba. Y así comenzaba una larga y brillante carrera de uno de los grandes exponentes del fotoperiodismo de México y del mundo.

No sólo trabajo para La Prensa, también fue partícipe activo de la Cruz Roja Mexicana, convirtiéndose en el primer reportero a cargo de los sucesos de esa institución. Gracias es esto, Metinides pudo llegar junto con los servicios médicos y no pocas veces antes que los policías al teatro de los hechos. Cabe destacar que a él se deben los listados de claves radiofónicas para la identificación de los asuntos y servicios de rescate. En 1982 Metinides recibió el honor de que la sala de prensa de la Cruz Roja llevara su nombre y ha ganado, entre otros premios, el “Espejo de Luz”, que le fue otorgado por la II Bienal de Fotoperiodismo en 1996.

Las víctimas de accidentes de tráfico, los electrocutados, los ahogados y los suicidas son los protagonistas de las impactantes imágenes con las que este fotógrafo mexicano trabajó durante toda su carrera.

Las fotografías de Enrique Metinides recuperan la voluntaria e involuntaria puesta de escena del accidente en la escena urbana o suburbana construida por la coexistencia multitudinaria. Las imágenes de sus fotografías exponen un acontecer que rebasa lo inmediato, le da un valor estético a la gesta de supervivencia y le otorga un valor humano y trascendental a la violencia efímera. Así, estas imágenes adquieren una estatura de un testimonio ambivalente donde se entrelazan el ultraje y la fatalidad, el testimonio violento y la violencia regulada.


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