El espionaje y la guerra han estado ligados entre sí desde sus orígenes. Es muy probable que desde que el hombre se organizó en ciudades, haya utilizado el espionaje como medidas de defensa y ataque.
Las primeras manifestaciones de espionaje se remontan al reinado de Sargón I, gobernador del imperio acadio, en la antigua Mesopotamia. En una tablilla escrita en acadio que data del año 2,000 a.C., describe como Sargón I utilizó mercaderes como espías y exploradores para que le informaran sobre las regiones que quería conquistar. Sin embargo, el primer registro de una tropa especializada en el espionaje se encuentran en los archivos de la antigua ciudad siria de Mari, hoy Tell Hariri. Las tablillas encontradas en ese lugar, que datan del 1,800 a.C. aproximadamente, menciona a un cuerpo de espías militares llamados skabum. Entre sus actividades se encontraban el espiar las tropas enemigas, así como infiltrarse en los campamentos militares y ciudades que eran asediadas por el ejército de Mari, para encontrar puntos débiles en sus defensas. También servían como exploradores y rastreadores.
Más adelante, en la antigua China imperial, el General Sun Tzu incluía a los espías en su tratado militar, El arte de la guerra como un elemento clave para ganar una guerra. Para retratar este aspecto, Sun Tzu los divide en diferentes categorías. Están los espías nativos, que eran contratados entre los habitantes de una población; el espía interno, obtenido de los funcionarios enemigos; el espía doble, que es aquel que es sobornado para traicionar su bando a la vez de espiarlo; el espía liquidable, el cual proporciona información falsa al enemigo, y por último, el espía flotante, el cual es el encargado de transmitir los informes. Para Sun Tzu, armar este tipo de inteligencia militar eran necesario para alcanzar la victoria sobre el enemigo.
Por su parte, en la antigua India, Chanakya (también conocido como Kautilya), considerado como uno de los grandes estrategas de la antigüedad, plasmó sus opiniones sobre el espionaje en su libro Arthasastra. Este libro, que es un manual sobre el buen gobierno, menciona que el espionaje es una herramienta imprescindible para mantener el poder. Por ello, propuso la creación de una importante red de espionaje infiltrada en todos los estratos sociales, desde el más humilde hasta los círculos sociales más poderosos, para que así el rey tuviera información diversa sobre su reino.
En la época del Imperio Romano existió un grupo paramilitar que actuaban como agentes secretos al servicio de Roma, cuyo campo de acción estaba en Britania, hoy Gran Bretaña, conocidos como arcani o aerani. Su función principal era el de proporcionar información relevante a los generales romanos asentados en Britania.
La inteligencia militar del imperio mongol incluía el yam en su estrategia. El yam era un sistema de comunicaciones, en el cual se establecían postas a un día de trayecto entre sí, los cuales suministraban caballos y provisiones a los mensajeros. Estos mensajeros a su vez, fungían como espías, recolectando información de los territorios que atravesaban.
Entre los mexicas de la Mesoamérica prehispánica, los comerciantes eran conocidos como pochtecas. Eran viajeros que realizaban comercio a larga distancia, por lo que tenían una extensa red de comercio. Fueron una figura importante dentro de la sociedad mexica. Por su profesión, el pochteca sabía perfectamente los idiomas, dialectos, costumbres y vestimentas de diversas regiones, lo que le permitía pasar desapercibido entre la población local. Debido a esto, los pochtecas trabajaron como espías al servicio del tlatoani mexica.
En el Japón del siglo XV surge la figura de un guerrero especializado en el sigilo conocido como ninja. Estos guerreros tenían habilidades extraordinarias para la infiltración, el camuflaje y el escape. Además del espionaje, el ninja realizaba asesinatos de personas de alto rango, sabotaje, reconocimiento del terreno, vigilancia, además de difundir propaganda negra (rumores y noticias falsas), entre otras actividades. Al grupo de técnicas utilizadas y perfeccionadas por los ninjas, se le conoce con el nombre de ninjutsu.
FUENTES
Herrera Hemosilla, Juan Carlos, Breve historia del espionaje, 1era edición, Nowtilus, Madrid, 2012,
Tzu, Sun, El arte de la guerra, 1era edición, Ediciones Lea, Buenos Aires, 2012,
Valdés Guerrero, Juan. (2010). La Cristiandad Medieval y China, los mundos distantes. (Tesis– Universidad del Bío-Bío. Escuela de Pedagogía en Historia y Geografía)
De la Torre Villar, Ernesto, Lecturas Históricas Mexicanas, 2da edición, Instituto de Investigaciones Históricas-UNAM, México, 1998,
Yukio Kaibara, Historia del Japón, 1era edición, Fondo de Cultura Económica, México, 2000